La piel sensible es extremadamente vulnerable. Las agresiones externas (como el viento, sol, frío, polución, etc.) pueden generar estragos en ella, ya que reacciona de manera excesiva con enrojecimiento o ardor en los casos más leves, a erupciones.
Es de crucial importancia no confundir una piel reactiva o sensible con una piel alérgica, ya que en este último caso la reacción se debe a una respuesta exagerada del sistema inmune ante un agente externo que identifica como dañino.
También vale la pena aclarar que las pieles sensibles pueden ser tanto normales, como secas, grasas o mixtas.
Para este tipo de piel, se debe realizar periódicamente una limpieza facial profunda con mascarillas naturales, máscara Leds o terapia de luz que ayuda a mejorar visiblemente la piel de la rosácea, y las alergias.
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